jueves, 26 de abril de 2012

EDUCACIÓN INCLUSIVA

POR CUATRO ESQUINITAS DE NADA



La diversidad es concebida hoy como una necesidad real, como una nueva realidad. Cada individuo tiene rasgos propios tanto físicos como cognitivos.
El concepto de inclusión trata de hacer que todos los niños sean incluidos en la vida social y educativa de las escuelas.
Según Arnaiz (2003), define la educación inclusiva como un proceso mediante el cual se modifica el ambiente escolar para satisfacer las diferentes necesidades educativas de los estudiantes.
Esta concepción, construida sobre los cimientos de los Derechos Humanos, señala el derecho a la educación de todas las personas siendo éstas iguales, por lo que  deben ser respetadas y valoradas de forma en que la igualdad esté siempre presente.
Según Carmen Ortiz, “escuela para todos” implica: “La inclusión que propugnamos va más allá de lo especial y va más allá de la integración escolar, porque no implica una segregación sino una acogida incondicional a cualquier alumno en cualquiera de las situaciones más o menos especiales en que pueda encontrarse (…). La escuela hace agua si no se abre a la colaboración con los padres, con las instituciones y con la comunidad, puesto que precisa de una comprometida colaboración a lo largo de todo el proceso vital (…). Es importante abrir la escuela a la comunidad y coordinarse con los ámbitos familiar, escolar, laboral y social (…). La educación inclusiva trata de acoger a todo el mundo, comprometiéndose a hacer cualquier cosa que sea necesaria para proporcionar a cada estudiante de la comunidad –y a cada ciudadano de la democracia- el derecho inalienable de pertenencia a un grupo, a no ser excluido. (C. Ortiz, Hacia una educación inclusiva, pp.6-7).
Como psicopedagogos debemos concienciar a los propios docentes de la necesidad de reforma del sistema educativo donde las necesidades del niño sean cubiertas y se responda a sus características, ritmos y estilos de aprendizaje propios dentro del propio aula.
Además, hay que enseñar que la inclusión y la diversidad es un aspecto enriquecedor, pues debemos aceptar que todos somos diferentes y que esto beneficia a la sociedad, pues así tenemos la posibilidad de aprender unos de otros. Por ello, debemos potenciar el trabajo cooperativo evitando futuros conflictos sociales.
Como John Dewey dijo en 1900, la verdadera educación es aquella que se “compromete a que cada niño y cada niña desarrolle al máximo sus capacidades” y no a que todos logren exactamente las mismas metas.
Cuando a un niño no se le da la educación que necesita, no sólo estamos cerrando su futuro sino la felicidad en su vida.

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